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CASTROMARINO 35 (II)
Esta tierra que me besa con recelome cambia las verdades aprendidasy en su lugar, el sueño a la mañanadeja en la mesita de noche versos vacíos,chispazos de luz inconexossin una dirección definida.De aquella Sicilia de las epopeyassólo quedaban los abruptos acantiladosy una estirpe de marineros que cantabanen dialecto: "coletazos de amor algunas tardesviajando en barquitos dentro del pecho,coletazos de amor cuando anochecey el vaso de ron enciende el deseo".Buscando una mirada que fulminarael ejército de soldados tristesalojados en mi almohadame vine a la isla en donde Polifemopersiguió enfermo de celos a Galatea,y pude compropar lo oscuro que me vuelvoal decir las cosas sencillas que digo,lo complicado que resulta lo sencillosin quererlo.Quería encontrarme como Ulisesante la inmesidad del mar,pero su espejo sólo me devolvió la imagende un Narciso despeinado e inseguro.Y de repente el mar, la mar, mi marse me volvió pequeña como un acuario.Los días se repitieron entonces como las olasentre el oleaje y la espumamientras soñaba con inventarmeen futuros posibles como mundos, en caricias prestadas como sueños.Y aunque no tenías aún nombrecuando mi voz te llamaba en mitadde la noche,tu sonrisa era como el mar recostadoy luminoso que me esperaba al alba.Haber recorrido los límites de esa isla,inmensa como una cárcel sin barrotes,me hizo descubrir los límitesdel propio corazón. Y si te encontré a mi regreso entre la niebla,cuando ya nada esperaba encontrar,es porque los abismos del almase parecen a los de una isla desiertabañada por el mar.
Te conocí anoche, escuche tu poema en tu voz y, ahora por una casualidad de facebook he vuelto a leer tu bello y sentido poema, en una añoranza de ese pasado. Me gusto,saludos.
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