Es inútil fingir un estado nuevo
para este alma tan equilibrada de hoy.
No hay poemas capaces de alejar la tristeza
como no hay palabras capaces de disimular
la alegría.
Me gustaría releer esta mañana a Ángel González
y que el alcohol -que ambos hemos bebido
en cada barra de bar- impregnara de melancolía mi aliento
para ver, con ojos vidriosos o cerrados,
lo que aún tenga que venir.
Quisiera olvidar por un momento que existo,
porque así tú lo imaginas,
para sentir de nuevo en el pecho el vacío que había antes de que tus ojos verdes
-no de esperanza sino de mar detenido-
iluminaran las aceras por las que regresaba
más solo a casa cada madrugada.
Pero es inútil poner farolas a mi poesía
cuando todas las noches ahora son de fiesta
y el fuego de artificio de nuestras miradas
me impide tropezar, como a Ángel González,
al llegar con la aurora de la mano a mi portal.
Primer nido
Hace 17 horas
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