martes, 4 de junio de 2013

DEJARSE LLEVAR



Dijiste algo sobre sexo tántrico

y vino a mi cabeza un David Beckham

corriéndose hacia dentro.



Nuestro comportamiento frente a la televisión

mientras ponían un documental sobre

Amanecer Dorado

me recordó mucho a las protestas

de las Pussy riot frente a múltiples

embajadas sin derechos humanos.



Hacía tiempo que no hacíamos el amor

como acto protesta,

como reivindicación de lo bello

frente a la vorágine del tiempo,

que todo lo contamina,

que todo lo corrompe.



Los diputados neonazis desfilaban por la pantalla

mientras nosotros buscábamos

completarnos de todas las formas posibles,

como si fuesemos piezas de lego

esperando encajar en las manos de un niño.



Formábamos castillos, montañas y puentes

por intuición, cambiando de estado

(tierra, agua, fuego y finalmente aire)

hasta que el parlamento griego estallaba

en múltiples protestas contra la corrupción

del mundo.



No pudimos arreglar la situación

con nuestro amor inocente,

con nuestro amor convertido en átomo

de hidrógeno,

pero debimos hacerlo bien,

porque las banderas comenzaron a ondear

en la plaza Sintagma mientras la gente

coreaban nuestros nombres en otro idioma.



Aún aturdido por los múltiples lenguajes

volví a recordar eso que dijiste sobre el sexo

tántrico y me alegré de no ser Beckham.