jueves, 24 de noviembre de 2011

TIEMPO AÑADIDO


No necesito tu voz como un objeto
cortante que al cerrar mis manos
las desangrase hasta que la piel,
como la de un tronco viejo,
confesara o muriera fusilada.

Tampoco tu silencio impenetrable
como la escarcha primera del invierno,
que no se puede cortar con palabras,
que no se puede esquivar sin acabar
empapado de melancolía.

Necesito que tu voz y tu silencio
puedan romperse como se rompen
una multa o un contrato temporal,
en mil pedazos que no puedan
juntarse y sólo sirvan para avivar
cualquier fuego que nos de calor.

martes, 15 de noviembre de 2011

LAS GUERRAS DE PAPÁ



Siempre imaginé que mi vida
no me daría más de lo que ahora tengo.
Me fue preparando el camino
para amar más al mundo cuanto menos
recibía de ella.

Los vasos comunicantes que permanecieron
vacíos en la adolescencia se nivelaron
con los que siempre estuvieron llenos
y es esa uniformidad después de todo
lo que me ha mantenido alerta.

Escribo en renglones torcidos
cuando tratan de ponerle una falsilla
geométrica a mi poesía
y guardo la pulcritud en cambio
para cuando me asalta el papel
como un océano o una ciudad
en la que fui extranjero.

Trato que mi venas sangren
en la uniformidad todas las guerras
en las que no me tocó matar o morir
y son tan sólo cuentos de papá.

Me las corto para teñir de tojo vida,
de rojo fuego mi versos
y que no parezcan un mero ejercicio
de arquitectura poética,
de imágenes conseguidas al mezclar
el agua y el aceite
que todas las palabras contienen.

Pero a veces no sangran y es tanta
la vida que fluye por mis arterias
que tengo la sensación de ser
un planeta alejado de toda constelación,
un mundo posible que puede estallar
en miles de ciudades diferentes
en donde el dolor corte el aliento
como el pañuelo que se agita
desde ciertos trenes al alejarse.

La sangre será siempre sangre
y la poesía sólo poesía,
pero quiero que de mis venas
nazcan versos y de mis versos
sangre que me de la vida.

lunes, 7 de noviembre de 2011

SUPERMAN


"Jamás estarás solo. Viajarás muy lejos, mi pequeño Kal-el, pero no te abandonaré ni aún cuando la muerte nos lleve. La riqueza de nuestras vidas pasará a ti. Todo lo que tengo, lo que he aprendido, mis sentimientos, todo eso y más pasará a ti, hijo mío. Seré tu compañero de todos los días de mi vida. Harás de mi fuerza la tuya. Verás mi vida a través de tus ojos y yo la tuya a través de los míos. El hijo se convertirá en padre y el padre en hijo. Ese es mi legado, todo lo que puedo darte Kal-el". (Jor-el, mi padre)

No soy de acero ni puedo ver a través
de los objetos,
pero a veces te hago volar sin levantar
los pies del suelo.

Como Supermán mi fuerza me viene
de los rayos del sol
y desprendo tanto calor
que mi corazón parece proceder
de otro planeta, más cálido quizás,
menos pervertido por la flaqueza humana.

No mido 196 ni peso 102 kilos
pero soy capaz de levantarte sin esfuerzo
cuando caes,
arrancándote una sonrisa cuando todo
parecía predestinado a la lágrima.

También estoy enamorado de la raza humana
y quizá por eso no necesito un disfraz
para ir a salvarte de los malos augurios,
porque sin ropa puedo seguir siendo
un superhéroe.

Mi herencia kriptoniana sigue provocando
la envidia de malvados camareros (pagados
por Lex Luthor) que tratan de matarme
sirviendome kriptonita en cada copa,
pero mi superolfato es todavía capaz
de distinguir el elixir de la cicuta.

No te podré dar un paseo interplanetario
pero te prometo que, en algunas noches,
si cierras bien los ojos podrás ver
el firmamento con la misma claridad que Lois
sin tener que salir de la cama.

Mentiría si dijera que no me gustaría
tener su superaliento para barrer
de un soplo toda la suciedad pegada
al mundo, pero a cambio
tengo una intuición de niño recién nacido
para distinguir el dolor de la alegría
en tu mirada oceánica.

Ahora podrás comprender por fin mi extraño
horario de media jornada en festivos.
El mal no descansa nunca y yo tampoco.

viernes, 4 de noviembre de 2011

LA LLUVIA


No es casualidad que venga la lluvia
con su música a silenciar el ruído
de un mundo que solo a voces
parece imponerse al silencio.

La lluvia, ya sea de recuerdos
o de agua clara, no deja a nadie
indiferente en una ciudad en la
que nunca llueve, y como al amor
podemos tan solo esperarla bajo
el peso de las sábanas o a cielo
descubierto, sudándola poro a poro
o absorviendo su humedad
hasta que se nos calen los huesos.

Tampoco es casualidad que venga
con su música a silenciarlo todo,
ni que a su paso deje unicamente
un repiqueteo de gotas sin ritmo
una vez que la gente ha huído
a refugiarse de ella bajo el peso
de sus sábanas.

La lluvia, ya sea de recuerdos
o de agua clara, no deja a nadie
indiferente en una ciudad en la que
nunca llueve,
pero como al amor, he preferido
siempre esperarla a pecho descubierto,
sintiendo que mi piel es otra ciudad
en la que no hay ruído
y por la que te llueves constantemente
.