jueves, 25 de febrero de 2010

COMIENZO DE UNA NOVELA SIN NOMBRE


¿Lo de siempre? Sí, con hielo. Los bares en los que nos hacemos hombres sin saberlo nunca cambian con el tiempo. Nosotros, por mucho que nos esforcemos en vernos igual en el espejo, sí. Pero, como siempre, nuestra perspectiva temporal de las cosas no nos permite asimilar que somos más tristes, menos confiados, más viejos. Eso y el maldito presentismo que lo invade todo.

Fran, como siempre, fue el primero en avisarnos de que la vida no es exactamente correlato del deseo. Él abandonó mucho antes que nosotros la rutina de bibliotecas y jueves universitarios para salir al mundo a pelear por un sueño. Utilizo pelear, un término bastante belicista, porque al contrario de lo que se piensa durante la burbuja universitaria, los sueños no se formulan al soplar una vela o chocar unos vasos, hay que agarrarlos de la pechera hasta hacerlos entrar en razón.

Él siempre fue el visionario del grupo, una especie de Coco Chanel y Che Guevara al mismo tiempo que nos adelantó la música que escucharíamos en el futuro, la ropa que acabaríamos por comprar y las mujeres que terminaríamos amando. En mi caso, hasta el extremo. Fue puliéndome como una roca de río hasta convertirme en canto rodado, en atrapasueños convencido de su delirio. Y cuando se fue a Madrid me dejó como un gato callejero a medio enseñar, ronroneando a la luna por ver si me lanzaba un beso.

Se fue hace ahora tres años y su vacío se fue poblando inevitablemente de las luces y sombras que va proyectando en nosotros la vida. Escribo esto mientras lo espero en Zalacaín con mi café de siempre. Sé que no aprobaría estas líneas si las viera antes de nacer. Las encontraría exageradas. Pero nunca me ha interesado contar la verdad, eso es una altanería.

Lo único que deseo con este ejercicio es dejarme mecer mansamente por el
recuerdo hasta encontrarle su mejor sabor,.Como hacíamos con las botellas de ron en las noches solapadas, cuando utilizábamos su cristal de lente para ver mejor la vida. ¿Qué pasa tío? Dame un abrazo y ponle otro a mi amigo.

sábado, 20 de febrero de 2010

EL TÚNEL


Existió una persona que podría entenderme. Pero fue, precisamente, la persona que maté. 'El túnel' de Ernesto Sábato pretendía al principio contar la historia de un pintor que enloquecía ante la imposibilidad de comunicarse. Pero conforme Sábato desarrollaba la narración, la obra fue recorriendo otros caminos, abriendo nuevos túneles y vidrieras y al final resultó ser mucho más que la historia de un asesinato. La novela, compuesta por infinidad de capítulos o túneles, tiene como columna vertebral el relato en primera persona del mismo protagonista: Juan Pablo Castel, pintor reconocido de su tiempo. Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne. Así comienza la narración.

La obra en su recorrido casi policiaco trata a través del protagonista, o mejor dicho a través de su conciencia, multitud de concepciones acerca de la búsqueda de la belleza, el amor, de la relación entre conciencia y mundo, del racionalismo y más muchos más. Castel es un hombre atormentado. El artista corre tras la belleza en un intento de apresarla, pero una y otra vez, caprichosa se escapa. Busca un asidero al que agarrarse para no enloquecer, porque que el mundo es horrible, es una verdad que no necesita demostración. El pintor a lo largo de su narración, nos irá enseñando lo complicado de su personalidad, siempre en continuo choque con la realidad.

Pero detrás de ese amor, de esa búsqueda desesperada por alcanzar la verdad, aparece con fuerza el problema central, su gran problema, la incomunicación. Castel se siente ajeno a toda esa sociedad de fiestas y de críticos cretinos, de hipocresía y mentiras, al igual que el protagonista de El extranjero de Camus. Un día todo cambia para él: una muchacha llama su atención. María Iribarne es sin duda alguna el otro eje o túnel de la obra. Se convierte en la razón de Castel, en su razón. Ella es la única que ha entendido su cuadro. Es la única que le ha entendido a él.

Su cuadro, al igual que su vida o su obra, constituye su túnel, él único túnel. Al fondo una ventana muestra una playa y una muchacha que camina. Esa ventanita será el único contacto de Castel con su mundo, y esa muchacha, su única salida. A partir de ese momento el pintor no vivirá más que para ella. Pero en su obsesiva carrera equivoca el camino: intentará solucionar su problema metafísico del amor/comunicación, a través de la razón y la lógica de las cosas.

Poco a poco a través de sus largas y exhaustivas reflexiones acerca de todo, el protagonista irá descubriendo que no todo era como pensaba. Un día descubre personalmente a Allende, un ciego que resulta ser el marido de María Iribarne. Este hecho desconcertará a Castel, pero no le hará abandonar en su empresa. A partir de ese momento y hasta la mitad de la obra es como si la pequeña escena de la ventana empezara a crecer y a invadir toda la tela y toda su obra. Durante ese tiempo parece como si definitivamente el pintor hubiera encontrado realmente ese ideal, esa dicha, pero esto será sólo un espejismo, una sombra más de ese túnel de su vida.

En la narración hay dos frases que nos avisan, nos informan de que algo va cambiar. Una la dice ella: hago mal a todos los que se me acercan, y la otra la dice él: si alguna vez sospecho que me has engañado te mataré como a un perro. A partir de este momento todo se llenará de sombras, y esa ventana se convertirá en muro. Realmente, ¿cuántos túneles hay?, ¿qué hay realmente de comunicación? El mismo protagonista se dará al final la respuesta.

Con la aparición de Hunter, primo del marido de María, todo se vendrá abajo, y la duda de un romance entre Hunter y María, cobrará fuerza. A partir de este momento la narración se convertirá en una profunda reflexión del pintor a cerca de todo, de todos los detalles y palabras que vio y ve en María. Comienza aquí el desenlace de la obra, desenlace que será dramático.

¿Es amor o dependencia lo que siente Castel? Desde un primer momento la relación que mantienen es una relación brusca, de prejuicios y obsesiones. El se aferra a ella como el marino que se agarra a una balsa, pero realmente no es amor, sino calma. El pintor odia al mundo y no tiene nada, sólo él y su obra, y María aparece como la salvación. Era como si los dos hubiéramos estado viviendo en pasadizos o túneles paralelos..., piensa en un primer momento, pero la realidad, la cruda realidad era que en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. Todo había sido un espejismo. No había nada más que oscuridad. Ella...había sido como alguien detrás de un impenetrable muro de vidrio, a quien yo podía ver, pero no oír y tocar. En realidad nunca hubo comunicación entre el pintor y su amada, solo pequeñas ventanas, vidrieras por las que él creía comunicarse.

Sábato es magistral en este aspecto. Mientras la acción va planteando los pasadizos del túnel de Castel, el mismo autor escribe utilizando esta técnica. El túnel narrativo es la historia de Castel, pero ese túnel central, a su vez también está repleto de pasadizos y ventanas. Cada una de las meditaciones de Castel acerca de la vida, la vanidad, los críticos o la sociedad, abre un nuevo pasadizo, corto, que más tarde volverá a integrarse en el túnel central.

En mi opinión es una gran novela. No sólo por conseguir captar la atención del lector, sino por el tratamiento que le da al desarrollo y los temas: esa forma de mezclar la realidad con la ficción dota en algunas ocasiones al texto de una verosimilitud muy grande, que te hace ser por momentos el mismo Castel, e incluso te hace en ocasiones comprenderle y compartir sus concepciones.

martes, 16 de febrero de 2010

"ES MUY TRISTE PONERSE LÍMITES"



Escritor, actor, pensador y sobre todo observador. Óscar, un chico de 22 años, es una de esas personas que recuerdan a las generaciones de antaño: espigado, rubio de ojos claros y muy caballeroso. Siempre le ha gustado pensar que ha nacido en una época equivocada en donde los caballos se han transformado en motos y los carros en automóviles. Bohemio y melancólico, gusta de pasear solo, para pensar, con su andar arquitrabado y al ritmo de un cigarro. Más que orador es observador, siempre que le hablas (ya sea algo más o menos importante) fija sus ojos ávidos de conocimiento en los tuyos como si fuera a poner por escrito cada una de tus palabras.

Este chico que empezó estudiando filosofía (hasta tercero) decidió abandonarla para emprender un emocionante viaje: el teatro. Frente a lo que sucede en la actualidad en casi todos los ámbitos, los jóvenes parecen tenerlo más difícil, aunque a él no le importa: quiere hacer teatro, ya sea en el Reina Sofía, en el Romea o en un simple aula, ganas no le faltan. Es la hora, sentados en el claustro de la universidad, Óscar me mira y sonríe. Mientras, su mirada parece preguntarme el porqué de una entrevista a un cualquiera, yo le devuelvo la mirada y le contesto que no hace falta ser famoso para enseñar, volvemos a sonreír y por fin comenzamos.

Me veo perdido en esta época”. Nada más lejos de la realidad, Óscar Gallego, un joven de 22 años, dice que se siente desorientado. La sociedad para él ha cambiado y cambio no tiene porque ser siempre para mejor. Y es que él echa de menos la pureza de entonces, aquella vida que los clásicos pusieron por escrito: Shakespeare, Lope, Calderón y tantos otros. Le gustaría poder cambiarla porque no está de acuerdo con casi nada, aunque también advierte humildemente que “supongo que es un poco atrevido decir eso, y sería más original y más bonito intentar poner lo medios para intentar cambiarla”. Después con la sencillez y sinceridad que le caracterizan intenta reflexionar acerca de los medios, en busca de soluciones, y es que en verdad de eso se trata de movilizarse, de hacer uso de la libertad, de cambiar a mejor: “lo primero del cambio debería estar en el pensamiento de la persona y no en las leyes y otras cosas que mueven esta sociedad. Es la persona la que debe cambiar y es no está en mis manos, ni en las tuyas, ni en las de un gobierno, sino en cada uno”. Así de sencillo pero sin vacilar ni un solo momento Oscar piensa en voz alta y yo atentamente le escucho.

Su gran afición es el teatro, aunque reconoce que tiene otras como escribir, escuchar música o ver buen cine. Pero, internamente yo me preguntaba cómo era posible compaginarlo todo y además tirar para adelante, una vez más, me dio el secreto: “mi amor y mi afición por la escritura son tan grandes que saco tiempo de donde realmente no hay: escribo en ratos libres que tengo entre clase y clase, e incluso cuando salgo por la noche a tomar algo con los amigos, no me desagrada tener un boli y un papel en la mano y escribir en cualquier cafetería o bar”. Vamos que cualquier sitio es bueno si la intención es buena y la voluntad fuerte. La Región de Murcia, siempre ha sido muy agradecida en cuanto a asistencia al teatro y sin embargo, parece fallar algo porque Óscar lo ve “mal, sinceramente muy mal”. Algo falla. “Yo estoy conociendo y conozco a gente con muchas posibilidades, gente joven que tiene ganas y puede llegar lejos, pero claro, los medios aquí en Murcia son muy pequeños y limitados para la inmensa afición que hay para el teatro”.

Mientras seguimos hablando reconoce que la literatura y la practica de ella, le ha marcado y cambiado, “belleza, desarraigo, dolor, amor, indiferencia. Es una de las cosas más bonitas que pueden haber en este mundo, aunque es desaprovechada” .

Pese abandonar la filosofía en favor del teatro, ésta le ha marcado hondamente, y es que su forma de hablar, e incluso de pensar, parece estar pulida por algo, por una mano solidaria y acogedora, en donde todos pueden asirse: “me ha ayudado a comparar puntos de vista de otras personas y a entender un poco mejor esta vida que nos envuelve”. Como a mí me gusta calificarlo: escritor, actor y pensador, Óscar Gallego es ferviente seguidor del escritor libanés Gibran Jalil Gibran, al que muchos desconocen. Una vez me recomendó un librito de cincuenta páginas de este autor, no pensé en leerlo, pero al final accedí y la verdad es que mereció la pena: “partiendo de la premisa del gran Gibran de que sí existe Dios, creo que deberíamos de empezar por conocernos a nosotros mismos, porque un conocimiento total del ser humano, del ente, podría abrirnos paso en ese difícil camino de conocer a Dios”. Así de claro nos habla el protagonista. Él piensa que primero debemos comprendernos a nosotros mismos, que estamos en contacto y después y si existe, buscar a Dios: “supongo que si existiera Dios, no permitiría que se levantara cada mañana un niño en el mundo sin un trozo de pan que llevarse a la boca”.

Por último y después de haber hecho un viaje por la política, la metafísica, el teatro y la literatura, había que volver al principio, a él. Alguien que en tan poco tiempo ha conseguido a base de esfuerzo tantas cosas, debe de tener las ideas claras, y nuestro protagonista en mi opinión las tiene: “En primer lugar el teatro, ese cosquilleo emocional que me produce poder subir a un escenario, es algo que me gustaría tener durante toda mi vida...; me gustaría también que la escritura siguiera en mí hasta el final de mis días y sobre todo la observación, el no desentenderme de las cosas que ocurren a mí alrededor”. Teatro y realidad, presente y mucho futuro, y sobre todo ideas claras, así es el personaje que he escogido: no por su fama, que no la tiene (fuera de las fronteras del día a día), ni por ser alguien especial que desprenda un áurea de sabiduría y tranquilidad. Simplemente lo escogí por ser un tipo sencillo, con el que se puede hablar, de tú a tu, de temas trascendentales, y todo ello sin necesidad de pagar un duro.


*Muchas cosas han cambiado desde que le hice esta entrevista a Óscar en el año 2000. Por entonces estudiaba Arte Dramático y ahora, tras estudiar ADE+Econonómicas en cuatro años, dirige junto a un amigo una asesoría. Las vueltas que da la vida. Eso sí, eso de escritor, actor y pensador sigue inmutable, las ciencias no han podido con el alma de letras que sigue teniendo...

domingo, 14 de febrero de 2010

LAS LÁGRIMAS DEL MAR


Las lágrimas del mar paralizan en mí
todo lo que tengo de hombre.
Me minimizan frente a ese abismo
sondable a simple a vista.

Y frente a la catástrofe que supone
conseguir lo contrario de lo pretendido
uno siente una impotencia de elefante
camino del cementerio.

Pero la lluvia siempre cesa,
antes incluso si se desea,
y los pantanos desbordados del alma
y el torrente verde como tus ojos
da paso a una calma oriental,
a un fundido en blanco de la memoria
que nos hace más felices que antes
siendo los mismos.

Las lágrimas del mar movilizan en mí
todo lo que tengo de hombre
cuando pasan.
Me minimizan frente a ese abismo
insondable a simple vista.

miércoles, 10 de febrero de 2010

LAS CHICAS BIS


Presumen de ser las chicas que más veces han visto actuar a Quique Gónzalez y también las que más han rechazado sus servicios de alcoba. Eran adolescentes en los 80, esos años que ahora resurgen con fuerza al cumplirse las tres décadas del origen de la Movida, y aunque "no se vean diferentes al resto de mujeres de su generación", lo son, porque fueron las primeras en poder dormir fuera de casa y beber y fumar como los chicos (o incluso más).

Tienen 35 pero bien podrían tener 28 porque se conservan tan bien que los jóvenes se siguen girando cuando se cruzan con ellas por la calle. Solteras todas hasta hace muy poco son una mezcla entre Sexo en Nueva York y La Casa de la pradera, entre el trikini y el bañador de una pieza, bellas contradicciones que las hacen ingenuas y peligrosas al mismo tiempo.

Son profesoras, fisiterapeutas, auxiliares administrativas, contables, a veces deportistas, y hay quien se atreve de vez en cuando con el folio en blanco. Buscan trabajos que les dejen el suficientemente tiempo libre para vivir, porque el trabajo no es su fin sino un medio que le permita las cenas de los miércoles, las copas de los viernes, las paellas de los domingos y alguna escapada vinícola de fin de semana.

Son muy diferentes todas y sin embargo, o quizá por eso, se mantienen unidas como un sólo corazón lleno de ventrículos, de habitaciones separadas pero desde las que se pueden oir sus pensamientos. Son la herencia viva de los años 80 para los que no los pudimos vivir como hubiéramos querido. Por favor, si las ven, cuídenlas, son parte de nuestro patrimonio y están catalogadas como BIS (Bien de Interés Sentimental).

lunes, 8 de febrero de 2010

CASTROMARINO 35



Esta tierra que me besa con recelo

me cambia las verdades aprendidas,

y en su lugar, el sueño a la mañana,

deja en la mesita de noche
versos vacíos,
chispazos de luz inconexos
sin una dirección definida.
Yo los sigo sin miedo

como cuando niño en la ribera del río,

pero al final de la senda, junto al cañaveral
alfombrado de amarillo,

sólo fotos antiguas de papel arrugado.
No dicen nada sus imágenes,

aunque las encuentro bellas.

Y en vez de volver, conservando así
un precioso pedazo de tiempo,

me entretengo en sus colores,

descifrando los rostros que adivino

en el silencio.