sábado, 8 de marzo de 2014

EN LOS RATOS QUE ME SOBRAN DE SER FELIZ


Mis aspiraciones han sido colmadas
antes de tiempo, 
se diría que por algún motivo 
la vida ha sido generosa conmigo.
Quizá por eso escribo poesía
en los ratos que me sobran de ser feliz,
en los ratos en los que ser feliz 
no supone trabajo alguno sino más bien
sólo estar dispuesto a serlo.

Mis aspiraciones han sido colmadas
y ser feliz es tan sencillo como que el sueño
de la noche anterior y el que vendrá mañana
no importe para hacer cálculos,
no influya en ir mirando donde piso,
y que el camino sea sólo
un deslizarse por la vida sin tiempo,
como el agua que no se pregunta
si será al fin mar o musgo
tras el próximo recodo del río.

Mis aspiraciones han sido colmadas
antes de tiempo,
porque no tuve que pedirte que hicieras
el camino conmigo, pero lo hiciste sin miedo,
sin que la letra pequeña que arrastro conmigo
te hiciera dudar ni un momento.
La aspiración del olivo de convertirse 
en oro líquido o la de la vid 
de que su sacrificio sirva para saciar la sed 
de lo dioses,
son sólo motivos poéticos que algún día
también escribiré 
en los ratos que me sobran de ser feliz.

Mis aspiraciones han sido colmadas 
mucho antes de tiempo,
se diría que por algún motivo
la vida ha sido generosa conmigo.
Pero me preocupa mi maldita manía
de hacer poesía cuando debería hacerte el amor,
de sacarle punta a las palabras
cuando debería sacarle punta a mi voz, 
de estar siempre abstraído
cuando estar contigo es estar mejor
 y en todos los sitios.

sábado, 18 de enero de 2014

BESOS COMUNICANTES


Cómo me gustaría poder darte parte
de lo que en mí tiene algún valor,
darte en ocasiones el mal humor
que me sobra para que lo absorbieras
y lo proyectaras hacia el cielo.

Darte también un poco de mi seguridad
de elegir sin pensar en qué baldosa
apoyar el pie cuando la lluvia no cesa
y los ojos sólo ven el mundo tras el vaho
de un cristal sucio.

Beberte el veneno como cuando
nos mordía una serpiente o una avispa,
sin temor a contaminarme de ese ruído
que circula constantemente por la sangre
sin motivo aparente.

Regalarte parte de la felicidad que siento
al mirar al futuro, es decir, imaginando
que sobrevivimos al tiempo,
con tu respiración anunciando el presagio
de tener un nuevo día, una nueva arruga
que he visto formarse sin prisa y sin miedo.

El tiempo ha ido peinando mis rizos
hasta convertirlos en un indicio tan solo
de lo vivido, como el musgo fresco
surgido en la roca tras una jornada de lluvia.
Aunque también ha serenado el miedo
que vivir implica cuando hay algo que perder.

El dolor es mejor tenerlo de compañero
inseparable que de visitante inesperado,
porque la vida nunca se construye sobre
los días azules o la certidumbre de los dioses,
sólo el dolor nos hace distinguir la felicidad
de la clemencia.