lunes, 21 de junio de 2010

TE LO DIJE


Sin botas y tendida en la alfombra
la diferencia de los cuerpos a media luz

era insignificante. Estábamos tan cerca

que sólo podíamos respirar
el aire
que quedaba tras los besos.

La casa estaba medio vacía
y era como si la vida
latiera escondida
en sus armarios,
en busca de ropas
que guardar
en un presente por-venir.
Fuiste tajante con el vestido,

había que dejar algo para mañana
,
algo que nos hiciera pensar en el futuro

sin la certeza de que existiera.


Me sorprendió cómo te desabrochaste

el corazón con ansia y te dejaste puesta

la vergüenza: amaestrabas el deseo
con la precisión de un domador de circo,

con la presteza de una contable

que ve como le cuadran, por vez primera,
los números.
Volviste a ser tajante con el sexo,
porque sería para nosotros como un candado

que nos haría sus prisioneros
,
pero flexible en todo lo demás,

y dibujé sobre tu cuerpo el mapa
de los sentimientos,
dejando sobre tu vientre
migas de pan
para mi vuelta.

No cantó el gallo a la mañana

pero la luz entró en la casa
con la violencia
de cientos de ojos
fruncidos de ceño.
Fue inevitable volver la vista atrás,

volverla hacia delante
por ver si nuestros ojos
se encontraban
ya vestidos.
No te preocupes, soy muy discreta
, repetiste,
pero la discreción sonaba tan absurda

con el corazón calado hasta los huesos
que el sabor de los besos fue amargo por vez primera.


Me fui de allí vestido de indio
y con las plumas
revueltas, envuelto
el corazón en el miedo
de haberlo apostado todo a una mano

sin haber tenido el valor de levantar tus cartas.

Me fui de allí vestido de indio y con las certezas
desechas,
convencido
de que nada volvería a ser como antes,
confiado en que nada lo fuera.

viernes, 18 de junio de 2010

INTERTEXTUALIDAD


Indolentes con el tiempo que perdemos,
confiamos que la vida,

en un alarde confianza nos devuelva

en algún lugar del trayecto

el tiempo confinado allá lejos,

para contemplar serenos el río

que ha de pasarnos a la otra orilla.


Con el dolor almacenado en la alacena,

algunos pudieron durante una vida

dejar impreso sobre la hoja

de un árbol de otoño

la belleza caduca de un instante.

Otros erraron en la búsqueda

y los instantes no fueron de tiempo,

sino de heridas mal curadas

aún abiertas en su cuerpo yacente.


Quien vive más de una vida,
de vagón en vagón,

polizón sin fronteras.

quien vive más de una vida

como una hoja afilada

que al besar el corazón

lo dejara sin plaquetas…

Quien vive más de una vida,

dejándolas (botellas abiertas

en un día de fiesta) sin enhebro,

más de una muerte ha de morir.


Sobrevivir ya era tarea suficiente

- pensó Oscar Wilde -

para ser la fulana encaprichada

de cualquier marinero errante.

Ulises ya murió.

Más hermoso fue arrojar

la vida por la borda,

darla toda sin calcular su peso,

sin ser puta o ladrón,

no hacía falta vivir tantas vidas

para que la propia alcanzara

el brillo efímero de la juventud.

Pero entonces éramos

el tiempo en potencia.


Nunca nos fue mal la vida.

Siempre estuvimos cíclicamente

cercando esa zona de la soledad

que aprieta pero no ahoga,

y quizá porque la vida era eso,

no nos planteamos luchar

con las garras panza arriba,

porque como las cosas no podían

ir a peor
–amigo Kafka- mejoraron.

lunes, 7 de junio de 2010

MIMBRE



Me gustaría ser como el mimbre,
moldeable en las manos del artesano,

maleable en las manos de cualquiera.

Una maraña de finas venas que, unidas,

se hacen fuertes y sobreviven estoicamente

al paso del tiempo.


Me gustaría ser como el mimbre,

frágil en los momentos de fragilidad,

rígido en los momentos de dolor.

Ser como el mimbre reposado,

un abrazo entretejido y capaz

de modelarse en curvas imposibles

sin miedo a que todo se rompa,

por que esa es tu virtud envidiada:

doblarte hasta la ruptura

sin que nunca te llegues a romper.