sábado, 20 de febrero de 2010

EL TÚNEL


Existió una persona que podría entenderme. Pero fue, precisamente, la persona que maté. 'El túnel' de Ernesto Sábato pretendía al principio contar la historia de un pintor que enloquecía ante la imposibilidad de comunicarse. Pero conforme Sábato desarrollaba la narración, la obra fue recorriendo otros caminos, abriendo nuevos túneles y vidrieras y al final resultó ser mucho más que la historia de un asesinato. La novela, compuesta por infinidad de capítulos o túneles, tiene como columna vertebral el relato en primera persona del mismo protagonista: Juan Pablo Castel, pintor reconocido de su tiempo. Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne. Así comienza la narración.

La obra en su recorrido casi policiaco trata a través del protagonista, o mejor dicho a través de su conciencia, multitud de concepciones acerca de la búsqueda de la belleza, el amor, de la relación entre conciencia y mundo, del racionalismo y más muchos más. Castel es un hombre atormentado. El artista corre tras la belleza en un intento de apresarla, pero una y otra vez, caprichosa se escapa. Busca un asidero al que agarrarse para no enloquecer, porque que el mundo es horrible, es una verdad que no necesita demostración. El pintor a lo largo de su narración, nos irá enseñando lo complicado de su personalidad, siempre en continuo choque con la realidad.

Pero detrás de ese amor, de esa búsqueda desesperada por alcanzar la verdad, aparece con fuerza el problema central, su gran problema, la incomunicación. Castel se siente ajeno a toda esa sociedad de fiestas y de críticos cretinos, de hipocresía y mentiras, al igual que el protagonista de El extranjero de Camus. Un día todo cambia para él: una muchacha llama su atención. María Iribarne es sin duda alguna el otro eje o túnel de la obra. Se convierte en la razón de Castel, en su razón. Ella es la única que ha entendido su cuadro. Es la única que le ha entendido a él.

Su cuadro, al igual que su vida o su obra, constituye su túnel, él único túnel. Al fondo una ventana muestra una playa y una muchacha que camina. Esa ventanita será el único contacto de Castel con su mundo, y esa muchacha, su única salida. A partir de ese momento el pintor no vivirá más que para ella. Pero en su obsesiva carrera equivoca el camino: intentará solucionar su problema metafísico del amor/comunicación, a través de la razón y la lógica de las cosas.

Poco a poco a través de sus largas y exhaustivas reflexiones acerca de todo, el protagonista irá descubriendo que no todo era como pensaba. Un día descubre personalmente a Allende, un ciego que resulta ser el marido de María Iribarne. Este hecho desconcertará a Castel, pero no le hará abandonar en su empresa. A partir de ese momento y hasta la mitad de la obra es como si la pequeña escena de la ventana empezara a crecer y a invadir toda la tela y toda su obra. Durante ese tiempo parece como si definitivamente el pintor hubiera encontrado realmente ese ideal, esa dicha, pero esto será sólo un espejismo, una sombra más de ese túnel de su vida.

En la narración hay dos frases que nos avisan, nos informan de que algo va cambiar. Una la dice ella: hago mal a todos los que se me acercan, y la otra la dice él: si alguna vez sospecho que me has engañado te mataré como a un perro. A partir de este momento todo se llenará de sombras, y esa ventana se convertirá en muro. Realmente, ¿cuántos túneles hay?, ¿qué hay realmente de comunicación? El mismo protagonista se dará al final la respuesta.

Con la aparición de Hunter, primo del marido de María, todo se vendrá abajo, y la duda de un romance entre Hunter y María, cobrará fuerza. A partir de este momento la narración se convertirá en una profunda reflexión del pintor a cerca de todo, de todos los detalles y palabras que vio y ve en María. Comienza aquí el desenlace de la obra, desenlace que será dramático.

¿Es amor o dependencia lo que siente Castel? Desde un primer momento la relación que mantienen es una relación brusca, de prejuicios y obsesiones. El se aferra a ella como el marino que se agarra a una balsa, pero realmente no es amor, sino calma. El pintor odia al mundo y no tiene nada, sólo él y su obra, y María aparece como la salvación. Era como si los dos hubiéramos estado viviendo en pasadizos o túneles paralelos..., piensa en un primer momento, pero la realidad, la cruda realidad era que en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. Todo había sido un espejismo. No había nada más que oscuridad. Ella...había sido como alguien detrás de un impenetrable muro de vidrio, a quien yo podía ver, pero no oír y tocar. En realidad nunca hubo comunicación entre el pintor y su amada, solo pequeñas ventanas, vidrieras por las que él creía comunicarse.

Sábato es magistral en este aspecto. Mientras la acción va planteando los pasadizos del túnel de Castel, el mismo autor escribe utilizando esta técnica. El túnel narrativo es la historia de Castel, pero ese túnel central, a su vez también está repleto de pasadizos y ventanas. Cada una de las meditaciones de Castel acerca de la vida, la vanidad, los críticos o la sociedad, abre un nuevo pasadizo, corto, que más tarde volverá a integrarse en el túnel central.

En mi opinión es una gran novela. No sólo por conseguir captar la atención del lector, sino por el tratamiento que le da al desarrollo y los temas: esa forma de mezclar la realidad con la ficción dota en algunas ocasiones al texto de una verosimilitud muy grande, que te hace ser por momentos el mismo Castel, e incluso te hace en ocasiones comprenderle y compartir sus concepciones.

1 comentario:

  1. Yo leí esta novela hace tiempo, me encantó. Lo que me llamó la atención fue que comentándola con otros amigos que también la habían leído, cada uno de nosotros habíamos sacado conclusiones distintas. Quizás, seguramente, esto suceda porque precisamente la novela es una obra genial.

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