jueves, 24 de noviembre de 2011

TIEMPO AÑADIDO


No necesito tu voz como un objeto
cortante que al cerrar mis manos
las desangrase hasta que la piel,
como la de un tronco viejo,
confesara o muriera fusilada.

Tampoco tu silencio impenetrable
como la escarcha primera del invierno,
que no se puede cortar con palabras,
que no se puede esquivar sin acabar
empapado de melancolía.

Necesito que tu voz y tu silencio
puedan romperse como se rompen
una multa o un contrato temporal,
en mil pedazos que no puedan
juntarse y sólo sirvan para avivar
cualquier fuego que nos de calor.

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