viernes, 4 de noviembre de 2011

LA LLUVIA


No es casualidad que venga la lluvia
con su música a silenciar el ruído
de un mundo que solo a voces
parece imponerse al silencio.

La lluvia, ya sea de recuerdos
o de agua clara, no deja a nadie
indiferente en una ciudad en la
que nunca llueve, y como al amor
podemos tan solo esperarla bajo
el peso de las sábanas o a cielo
descubierto, sudándola poro a poro
o absorviendo su humedad
hasta que se nos calen los huesos.

Tampoco es casualidad que venga
con su música a silenciarlo todo,
ni que a su paso deje unicamente
un repiqueteo de gotas sin ritmo
una vez que la gente ha huído
a refugiarse de ella bajo el peso
de sus sábanas.

La lluvia, ya sea de recuerdos
o de agua clara, no deja a nadie
indiferente en una ciudad en la que
nunca llueve,
pero como al amor, he preferido
siempre esperarla a pecho descubierto,
sintiendo que mi piel es otra ciudad
en la que no hay ruído
y por la que te llueves constantemente
.

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