sábado, 1 de octubre de 2011

EL OLVIDO ESTÁ LLENO DE MEMORIA

Pablo Milanés, Joan Manuel Serrat o Daniel Viglietti, entro otros muchos, lo han cantado; Eliseo Subiela convirtió sus poemas en fotogramas en las dos partes de 'El lado oscuro del corazón', y muchos de nosotros lo hemos celebrado, recitado y leído muchos de sus ochentaitantos libros. De él se han dicho muchas cosas buenas y malas. De entre las buenas, las palabras que para él tuvo José Saramago al entregarle el VIII 'Premio Reina Sofía' en 1999. De entre las malas, las de escritor uruguayo Daniel Torres Fierro, que lo acusó de demagogo por denunciar las injusticias sociales o por su adhesión al lector, pero eso, ¿no es más bien ser una persona comprometida?

A Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farugia (Paso de los Toros 1920-Montevideo 2009), se le conoce, fundamentalmente, por su obra en prosa y, en especial, por 'La Tregua' (1960) éxito editorial, cosa que, según Mario Paoletti (biógrafo del poeta), molestó un poco a Benedetti porque a él la obra no le pareció para tanto. Él amaba la poesía y que premiaran de esa manera su prosa le produjo cierto desconcierto. De ahí que, al recibir el 'Premio Reina Sofía' se sintiera "especialmente contento porque se trata de un premio a mi poesía, que es el género que más me gusta".


Como le sucede a él, a los que admiramos a Benedetti, preferimos ante todo su poesía, esa capacidad de reflexión que tiene a partir de las cosas pequeñas de cada día, su fina ironía a la hora de señalar con el dedo las injusticias, su convicción a la hora de criticar a los asesinos-genocidas de esperanzas, su humor sobre todo y para todo, durante los encuentros y desencuentros con el exilio, pero más su capacidad para conectar con nosotros, sus lectores, con esa lengua de aparente sencillez, que no es más que una buena obra de ingeniería poética, en donde su buen acabado nos enconde la dificultad.


Al pobre Mario, desde que se le fue Luz, su compañera, su esposa, su amiga, en 2006, se le hizo cuesta arriba seguir caminando solo, porque se dio cuenta que esos mas de 60 años de buen amor (como dice en uno de sus últimos poemarios) fueron más allá, no de la muerte, como decía Quevedo, sino de la vida.


La pena que me ha quedado es que no aguantó lo necesario(o no fuimos lo suficientemente justos) para recibir el 'Premio Cervantes' que mereció durante su vida. No sólo por su extensa y excelente obra literaria, sino también por su honestidad como persona. Un abrazo Mario. Chau.

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