viernes, 28 de octubre de 2011

NARCISO DESPEINADO



Narciso se toca el cabello frente al espejo
y no es artificio su belleza
pues el cristal en el que se mira
refleja tan solo la realidad.

Narciso existe porque así tu lo imaginas,
lector, con su melena ondulada al viento,
perfectos sus rasgos como nada

puede serlo en este mundo sin cánones
que tratamos de apresar en coordenadas
de forma y estilo.

Narciso siempre quiso ser como Dioniso,
ser proporción y medida para el arte,
pero su cuerpo lampiño y sin cincelar
lo relegó a otro estadio diferente de belleza
que nunca sería canon.

Sin embargo, hay algo en sus maneras
que provoca mi envidia de poeta,
algo que no podré alcanzar enteramente
y me relegará a otro estadio diferente
que nunca servirá de canon.

Miré como él el mundo en el espejo
pero no era mi imagen la que se reflejaba
sino el escorzo desnudo de las ninfas
que en el cristal se bañaban.

Miré como él el mundo en el espejo
pero en vez de atraer la mirada distraída
de las cortesanas
escuché sus carcajadas distantes
al correr tras un arbusto con otro Narciso,
más joven y mejor peinado que yo.

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