sábado, 12 de enero de 2013

MATRIX


Estamos enganchados a lo superfluo
como animales heridos
en busca de respuestas.
No importa la religión que profeses,
todos tenemos una para contentarnos
y seguir adelante,
o para levantarnos cada mañana
sabiendo que tomar la pastilla azul
tuvo un sentido.

Somos la cúspide evolutiva
de no se qué mutación de un pez
que salió a la superficie y consiguió respirar.
Es la selección natural de la especie
y muchos científicos podrían razonártelo
mejor que yo hasta convencerte.
Pero nadie me ha explicado por qué 
el amor duele en ocasiones
y la soledad puede curarnos en silencio.

Estamos enganchados a lo superfluo
como animales heridos
en busca de consuelo.
No importa el origen que escojamos
ni el destino hacia el que caminemos,
cada uno tiene una estampa a la que rezar
al irse a la cama.
Aunque nunca me gustaron los dogmas
ni las personas que los empuñan
como armas arrojadizas o de doble filo.

Elige tu credo a la carta y sé feliz
mientras puedas,
pero no me vendas simulacros en nombre
de cualquier dios de tradición milenaria.
Nuestros antepasados, como nosotros,
estaban enganchados a lo superfluo
y eligieron su camino como nosotros
escogemos cualquier forma válida de trascendencia.

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