domingo, 24 de febrero de 2013

NOCHES QUE ACABAN DE NOCHE



Las luces de la noche no brillan ya
más que en el recuerdo,
cuando andábamos como gatos mojados
debajo de cualquier nube.

Los espejos, los cristales de las botellas
y las miradas nos devuelven la imagen
de un Max Estrella venido a menos,
sin motivos para deambular,
sin excusas para abrazarnos a las farolas
como a pecios salvadores.

El alcohol no nos vuelve ya
adivinadores de sueños,
no nos convierte en elocuentes muchachos
sin nada que perder,
ni siquiera nos sirve de excusa
para disparar con la mirada
desde ciertos ángulos de la noche.

La única farola que reconozco ya
es la que alumbra mi llegada a tu portal,
cuando en noches como esta,
sin albas sangrientas que nos anuncien,
me esperas en lo oscuro de un cuarto
para decirme te quiero, desvístete rápido
o pégate a mi que me sacudas el frío.

1 comentario:

  1. Como un ciego clarividente,
    que tal vez no le alcancen los ojos
    para distinguir la línea blanca de las calles,
    pero sí ve el camino recto,
    la vía segura, conocida, amiga
    que le aproxima, naufrago de la noche,
    a los refugios cálidos
    que cobijan toda hambre.

    Me gusta este poema tuyo Alberto.

    Saludos de Bohemia.

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